Comisiones Obreras de Ceuta | 21 noviembre 2024.

La indiferencia como estrategia

    05/10/2022.
    Dirección Provincial Educación Ceuta

    Dirección Provincial Educación Ceuta

    El individualismo exacerbado se ha convertido en la seña de identidad más significativa de este tiempo. Y su expresión más visible y concluyente es la extensión de la indiferencia como actitud colectiva por excelencia. A (casi) nadie le importa (casi) nada. Los paréntesis indican que, a pesar de todo, sigue habiendo algunas personas que aún no han sucumbido al torbellino de egoísmo que arrasa todo vestigio del otrora fértil sentimiento de fraternidad o solidaridad. Los hechos, fenómenos o situaciones más estremecedoras cruzan de manera fugaz por nuestra conciencia quedando radicalmente amortizados y archivados a la espera de la próxima imagen. De este modo, nada, por grave o importante que sea, madura lo suficiente en nuestros corazones para promover acciones conjuntas. Da la impresión de que la ciudadanía (la inmensa mayoría) ha llegado a la conclusión de que las leyes que dominan el funcionamiento de la sociedad operan al margen de la voluntad de los individuos, y cuanto sucede es inexorable. Sólo nos quedan emociones instantáneas de compasión intrascendente recluidas en nuestro círculo mínimo vital.

    Esta indiferencia generalizada y exagerada se percibe en nuestra Ciudad con una mayor nitidez y en todo su apogeo. Quizá las singulares características de Ceuta (incluida la insularidad) propician que este fenómeno se haya extendido a mayor velocidad y con más intensidad. Un ejemplo muy claro y cercano de esta fatalidad lo podemos encontrar en la derrota que ha sufrido la Plataforma por la Educación Especial frente a la administración (en su lucha para lograr las dotaciones necesarias para atender las necesidades reales del colectivo). Es especialmente revelador porque afecta al colectivo más vulnerable de cuantos puedan concebirse. No se trata sólo de las víctimas directas que sufren injustamente innumerables, y a veces insalvables, obstáculos de toda clase que les impiden desarrollar el proceso educativo que la constitución (en teoría) les garantiza; sino de sus entornos familiares que se enfrentan a una adversidad permanente y eterna de una dureza tal que sólo imaginarla pone los pelos de punta. No ha sido suficiente. El MEFP, siendo consciente de que este modo de “solidaridad efímera e inocua” que impera en la actualidad terminaría por abandonar a su suerte a los afectados, rodeados de impotencia e implorando a la nada ayunos de esperanza; se ha permitido el deshonroso lujo (y ahorro) de esquivar el problema y reproducir impunemente la infame situación de endiablada precariedad en la que se desenvuelven las personas que por sus condiciones merecerían el mejor de los tratos que esta sociedad les pudiera dispensar.

    Pero lo que resulta extremadamente desesperanzador es que el mundo educativo local se haya zambullido de lleno en este océano de indiferencia. Por nuestra vocación, nuestra formación y nuestra profesión; los docentes deberíamos habernos resistido a esta insoportable voracidad de la despreocupación. Hay hechos que por su valor explicativo merecen ser conocidos y analizados. Este es el caso.

    Uno de los problemas más evidentes de la educación en Ceuta es su absoluta falta de planificación. De este modo, las decisiones que se van adoptando no están enmarcadas en unos objetivos predeterminados consecuentes con un diagnóstico previo, sino que son el fruto de la improvisación de cada uno de los responsables que se van sucediendo (vertiginosamente) en el transcurso del tiempo político. Sin ir más lejos, y sólo en esta legislatura, ha habido tres Directores Generales distintos, y otros tres Directores Provinciales. Cada cual haciendo lo que buenamente le parece (con su mejor intención, eso no hay por qué cuestionarlo). Y así, van llegando ideas, ocurrencias o medidas todas deslavazadas, sin orden ni concierto, sin continuidad ni coherencia. El que llega deja su “impronta” y se va. Con la intención de solucionar tan sensible avería del sistema, la Dirección Provincial actual propuso la elaboración de un Plan Estratégico Educativo para Ceuta. Parecía una iniciativa magnífica. Disponer de un documento consensuado en el que figuren de manera explícita y ordenada los objetivos a corto, medio y largo plazo; se establezcan los instrumentos más adecuados para conseguirlos; y se planifiquen las actuaciones de todos los agentes implicados, se antoja como un paso de gigante desde la perspectiva de dotar a la política educativa de coherencia y eficacia, independizándola del (variable) signo político de las administraciones competentes y de las personas coyunturalmente responsables. Además, el Foro de la Educación, parecía el lugar ideal para su gestación. No en vano allí están representados todos los estamentos del sistema educativo, todas las instituciones y todos los agentes sociales. CCOO, plenamente de acuerdo con esta idea, presentó un documento a modo de borrador para empezar a trabajar. Aquello sucedió en una reunión celebrada el mes de septiembre de dos mil veintiuno. Fue recibida con frialdad. Unos no habían tenido tiempo de leer el documento (apenas diez folios), otros lo veían precipitado; hubo quien planteó dudas metodológicas, e incluso quienes cuestionaron a la Dirección Provincial por la forma de proceder. Se levantó la sesión… y hasta hoy. Han transcurrido trece meses desde entonces. Como mandan los cánones de esta indiferencia de nuevo cuño, nadie ha movido un músculo al respeto, a nadie le importa lo más mínimo que Ceuta tenga, o no, un Plan Estratégico de Educación. La pregunta (sumamente inquietante) es, si esta es la actitud de las personas (teóricamente) más comprometidas con la educación (lo que justifica su pertenencia al Foro de la Educación), ¿Cuál será la del resto?